Siento calor, aunque hace frío, estoy nerviosa pero con tranquilidad, mi cuerpo tiembla mientras mi mente se serena, mi cuerpo grita aunque mi voz no emite ni un solo sonido…
Lenguaje corporal, cómplice de miradas y frases calladas y “chivato” de pensamientos y sentimientos del corazón, de un sentir profundo, unipersonal e intransferible a nadie más. Cómo siente una persona sólo lo puede saber y entender esa persona.
A veces nuestro cuerpo reacciona sin pedirnos permiso y, deja entrever cosas que callaríamos por seguir con esa máscara que todo el mundo, hoy en día, nos empeñamos en llevar puesta (y da igual que no sea carnaval…)
Todos esos sentimientos contradictorios, a los que aludía al principio de mi reflexión, podemos experimentarlos cuando se nos eriza la piel o, como me he atrevido a denominar, cuando tenemos burbujas en la piel. ¿Por qué burbujas? Porque lo entiendo como una explosión que sucede en nuestro interior, explosión provocada por la unión del sentir y la sorpresa que nos ha provocado ese sentir. Lo provoca algo que te coja de improviso…una explosión esperada no causa esta respuesta física.
Empiezo a ponerme nerviosa, tus manos, cada vez más pegadas a mi ser, comienzan a dibujarme el cuerpo sobre siluetas y sombras porque, aún, no te atreves a tocarme. No sé qué pasa, mi corazón se acelera a causa de la incertidumbre de las pinceladas de tus manos, ¿qué dirección tomarán ahora? No lo sé, sigo expectante mientras un halo de colores cálidos comienza a envolvernos. Noto que mi sangre empieza a fluir más deprisa, se van formando en mi interior esas burbujitas que quieren salir para “hablar” contigo y es que “mi cuerpo habla lo que mi boca calla”. Un escalofrío, bastante agradable, recorre cada centímetro de mi piel y me percato de que tus manos, tan frías, han dejado de dibujar en el aire para rodear mi cintura. Impulsan entonces todas esas burbujas formadas por mi sangre en ebullición, las cuales dan paso a mis silenciosas palabras, a un lenguaje que jamás se quedará mudo, un lenguaje que, difícilmente podrá mentir…
Mil palabras pensaré
Y cien versos callaré
Pero lo que nunca podrá coartarse
Será el lenguaje de la piel.
Lenguaje que sin permiso
Va apoderándose de mi ser
No quería que te dieras cuenta
Que por ti se me eriza la piel…
Lenguaje corporal, cómplice de miradas y frases calladas y “chivato” de pensamientos y sentimientos del corazón, de un sentir profundo, unipersonal e intransferible a nadie más. Cómo siente una persona sólo lo puede saber y entender esa persona.
A veces nuestro cuerpo reacciona sin pedirnos permiso y, deja entrever cosas que callaríamos por seguir con esa máscara que todo el mundo, hoy en día, nos empeñamos en llevar puesta (y da igual que no sea carnaval…)
Todos esos sentimientos contradictorios, a los que aludía al principio de mi reflexión, podemos experimentarlos cuando se nos eriza la piel o, como me he atrevido a denominar, cuando tenemos burbujas en la piel. ¿Por qué burbujas? Porque lo entiendo como una explosión que sucede en nuestro interior, explosión provocada por la unión del sentir y la sorpresa que nos ha provocado ese sentir. Lo provoca algo que te coja de improviso…una explosión esperada no causa esta respuesta física.
Empiezo a ponerme nerviosa, tus manos, cada vez más pegadas a mi ser, comienzan a dibujarme el cuerpo sobre siluetas y sombras porque, aún, no te atreves a tocarme. No sé qué pasa, mi corazón se acelera a causa de la incertidumbre de las pinceladas de tus manos, ¿qué dirección tomarán ahora? No lo sé, sigo expectante mientras un halo de colores cálidos comienza a envolvernos. Noto que mi sangre empieza a fluir más deprisa, se van formando en mi interior esas burbujitas que quieren salir para “hablar” contigo y es que “mi cuerpo habla lo que mi boca calla”. Un escalofrío, bastante agradable, recorre cada centímetro de mi piel y me percato de que tus manos, tan frías, han dejado de dibujar en el aire para rodear mi cintura. Impulsan entonces todas esas burbujas formadas por mi sangre en ebullición, las cuales dan paso a mis silenciosas palabras, a un lenguaje que jamás se quedará mudo, un lenguaje que, difícilmente podrá mentir…
Mil palabras pensaré
Y cien versos callaré
Pero lo que nunca podrá coartarse
Será el lenguaje de la piel.
Lenguaje que sin permiso
Va apoderándose de mi ser
No quería que te dieras cuenta
Que por ti se me eriza la piel…